jueves, agosto 03, 2006

De la lona a la cumbre






Kohki Kameda, el chico prodigio del boxeo japonés -campeón nacional aficionado a los dieciséis y púgil profesional desde los diecisiete- había gritado a los cuatro puntos cardinales que sería campeón mundial antes de los 20 años de edad.

La noche del 2 de agosto, y con tan solo 19, alcanzó su sueño. Venció al venezolano Juan José Landaeta, campeón mundial minimosca de la AMB. Un triunfo, sin embargo, obtenido con malas artes.

Habituado a ganar a sus adversarios antes del quinto asalto, Kohki se topó esa noche con la horna de su zapato. El venezolano no fue pan comido. Fue un hueso que no pudo roer. Esa noche, Kohki se cayó desde lo más alto de su soberbia y besó la lona luego de recibir un zurdazo del estupendo Landaeta. Al final del combate el chico japonés acabó con una ceja rota, el labio sangrante, el pómulo derecho inflamado y con el orgullo por los suelos.

Landaeta, de 27 años de edad, un boxeador con oficio, ganó la pelea con limpieza pero la perdió bajo la mesa. El silencio mortuorio que manaba de la tribuna del Pacífico Yokohama en Yokohama, era la música de fondo de una derrota que todos vieron menos los sospechosos jueces extranjeros nombrados para calificar este combate.

Tres de los cuatro jueces vieron ganar al valiente y aguerrido chico japonés. Esos tres jueces tramposos deben estar gozando de una estancia privilegiada en Japón: hoteles cinco estrellas, paseos turisticos por Kyoto, Nara, Osaka, Kamakura y gastando los honorarios recibidos de un deporte que muchos vinculan con los negocios turbios de las organizaciones subterráneas.

De otra manera no se explica una pelea como ésta donde el ganador termina en la lona y el perdedor en la gloria.






1 comentario:

Anónimo dijo...

la corrupcion siempre existira. pero el que perdio pero por resolucion de jueces. es un ganador.y nadie de los presntes me diga lo contrario-

Atte: David