miércoles, noviembre 30, 2005

Carlos y la niña de Hiroshima






Los periódicos y la televisión japonesa amanecieron hoy con el nombre del peruano Carlos Yagi en sus titulares. Una semana antes, en la ciudad de Hiroshima, una niña de siete años de edad fue hallada muerta dentro de una pequeña caja de cartón, cuyas junturas fueron selladas con una cinta adhesiva adquirida en una tienda de 100 yenes o "hyakuen shop". Para que entrara en la caja el criminal debió "desarticular" el cadáver aún tibio.

La foto del peruano Carlos Yagi, de 30 años de edad, salta de noticiero en noticiero. Es el asesino.

Ante la falta de noticias concretas, los periodistas recurren a los testimonios de los vecinos.Una anciana dijo que se trataba de un "gaikokujin" (extranjero) raro, solitario y poco comunicativo. Otro testigo manifestó que le gustaba comer chocolate y contemplar, desde la escalera del "apato" donde vivía, a los niños que se circulaban por la calle en dirección a sus escuelas.

Carlos Yagi no hacia nada por la vida. Estaba desocupado y desde hace un mes buscaba un esquivo empleo.

Un reportero televisivo decía en su despacho remitido desde el frontis de la comisaría que la policía estaba convencida de que el asesino residía dentro del kilómetro perimetral donde ocurrió el crimen. Y no se equivocó. Yagi vivía a menos de 300 metros del lugar donde dejó abandonado la caja con el cuerpo de la niña. Luego huyó de Hiroshima y se instaló en Mie Ken, donde finalmente fue detenido a la 1 y 45 de la madrugada de hoy.

Mientras las investigaciones continúan, el móvil del crimen parece más que evidente. La policía ofrecerá al mediodía una conferencia de prensa que esclarecerá todas esas dudas.

Este es quizá la noticia policial más escalofriante protagonizada por un peruano. Hace dos años, otro peruano que le gustaba retar a los semáforos en la madrugada, embistió en un cruce de avenidas a otro coche matando a sus jóvenes ocupantes. Dos chicas japonesas.

Habituados a crímenes horrorosos de adolescentes degollados por otros adolescentes, crímenes que sólo suceden aquí, lo último que se esperaba que el asesino de la niña de Hiroshima fuera un extranjero, un trabajador peruano, un emigrante.

Ya son cinco o seis las llamadas telefónicas que he recibido en el curso de esta mañana. Compatriotas impactados con la noticia y a la vez preocupados por sus repercusiones.
En las fábricas niponas, ellos tendrán que responder por Yagi y por un asesinato que les salpica.



martes, noviembre 15, 2005

De sapos y princesas



Ella ha sido la única princesa que al besar a un sapo* se convirtió en plebeya. Se trata de la última hija del emperador Akihito. Se casó el 15 de noviembre con un tal Yoshiki Kuroda, un burócrata de 40 años de edad. La ceremonia se celebró por la mañana en el exclusivo hotel Imperial, en Tokio. Desde ahora dejará de ser la princesa Sayako y se presentará sencillamaente como la señora Kuroda.

Confinada desde que nació a una vida palaciega, se desconoce si sabe lidiar con una escoba o si domina el arte de freír un huevo. Acaba de sacar, a los 36 años de edad, su licencia de conducir. Meses atrás se ha venido entrenando para llevar la vida de una ama de casa común y silvestre.

Definitivamente, se le verá comprando carne de pollo, verduras y frutas en los super mercados, la veremos haciendo cola en los cinematógrafos o usando los servicios públicos a una hora punta, codeándose o pisando callos de otros pasajeros.

En Japón, besar a una princesa ya no garantiza que te vuelvas príncipe.

La vida de plebeya de la señora Kuroda le costará al país el pago único de 152.500.000 yenes, 1'284'643 US Dólar. Caramba, suerte la de algunos sapos.






(*)Se entiende que lo de sapo es una figura. No tomarlo al pie de la letra, aunque...