miércoles, marzo 09, 2005

De damas y caballeros





Una cámara escondida en el vestíbulo mostró a un hombre japonés incapaz de manifestar sus sentimientos ni siquiera en la intimidad del hogar. Eran escenas matutinas, cuando el marido, después de desayunar, se despide de su consorte y se dirige a la oficina o hacia la fábrica.

En Occidente, despedirse de la esposa con un beso es habitual. En Japón no. No es costumbre. El programa televisivo puso en evidencia que los varones japoneses no se han occidentalizado en ese aspecto. Ese tipo de contacto físico lo reservan a las profundidades de la alcoba.

De las veintitantas parejas grabadas sin que él (ellos) lo supieran, sólo una se tributó gestos de cariño y de afecto físico. Se trataba de una pareja de ancianos. Ante la romántica solicitud de la mujer de toda su vida, el viejito sonrió. Volvió sobre sus pasos y le dio un piquito a su compañera.

El programa sólo pretendió divertirse con la reacción masculina: sorpresa, malestar y hasta vergüenza ante una esposa que cerraba los ojos y esperaba, como en las películas de Hollywood, que el marido juntara sus labios a los suyos.

Aunque la sociedad japonesa está cambiando, el hombre, en este terreno, no da marcha atrás. Se mantiene muy apegado a sus hábitos, prejuicios y a su rol social. La mujer, en cambio, se muestra más abierta a estos requerimientos de cariño y ternura.

Sonata de Invierno es una telenovela surcoreana que en el 2004 estremeció Japón. Propició una suerte de locura de amor en el país. Su protagonista se convirtió en un fenómeno mediático. Diarios, revistas, programas radiales y televisivos aventuraron opiniones y ensayaron artículos tratando de explicar el por qué las japonesas habían perdido el juicio por este actor de una ternura casi femenina.

De hecho, el protagonista, Yon Sama, cuyo verdadero nombre es Bae Yong Joon, se robó el corazón de la japonesa madura, otoñal para mostrar de paso a la nueva generación de adolescentes niponas que existe un tipo de hombre con el cual se puede mantener una relación más igualitaria y homogénea,.

Sin duda, en la actualidad, las jóvenes están procurando el "jun-ai" o amor puro. Un amor absolutamente platónico, donde el amor -y no el sexo- sea el fruto apetecible de dos que se aman con pasión y locura.

Las jóvenes, sobre todo, desean que esa relación esté dificultada por múltiples obstáculos para hacerla más romántica, a la manera de Romeo y Julieta. Y si este amor puro se inicia en la adolescencia y se mantiene con el paso del tiempo, tanto mejor. Las muchachas están convencidas de que el primer amor, llamado "hatsukoi", es el más sublime, y si en la relación, ocurre la desgracia de que uno de los dos muera, el amor cobra sólo entonces una dimensión casi pura, divina.

En fin, todo esto está muy bien. Sólo falta que varón, el macho japonés, aporte lo suyo y sintonice con su tiempo.





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