Lima
Lima es el nombre del restaurante de comida peruana que ha abierto Juana Fujimori, la hermana mayor del ex presidente Alberto Fujimori. El restaurante está en Tsukuba, prefectura de Ibaraki, a unos 60 kilómetros al noreste de la ciudad de Tokio.
Tsukuba es una ciudad universitaria que está fuera del circuito de ferrocarriles. Hay que abordar un autobús para llegar a ella. 60 minutos si se parte de Tokio y 80 minutos desde el aeropuerto internacional de Narita.
Juana y su restaurante Lima aparecieron en la semana del 7 de octubre en un artículo de la revista Shukan Bushu, un semanario que aborda temas de actualidad. Juana dice a la revista que se estableció en Japón en el año 2000, después de que su hermano Alberto renunciará, vía fax, a la presidencia de su país.
Aunque se sabe que el grueso de la familia de sus esposo, Isidro Kagami, reside y trabaja en Japón, Juana, en todo caso, es la primera muestra visible de que un miembro de los Fujimori se gana los frejoles honestamente en Japón.
De Alberto sólo se sabe lo que él dice, o lo que él pregona. Que se gana el sustento dando charlas y conferencias, o por último, que subsiste en la capital más cara del mundo de las dádivas de sus amigos prósperos e influyentes.
En todo caso, el restaurante Lima de doña Juana trata de establecer una nueva imagen de la familia Fujimori en Japón. Es decir, de gente de trabajo, de gente que, después de haber estado en la cima del poder en su país es capaz de meterse en una cocina y preparar menús de 680 yenes que les ayuda a pagar el sustento diario.
El hecho de publicitarse en los medios nipones no es casual ni fortuito. Sobre todo tratándose de una familia extremadamente celosa y reservada como los Fujimori.
Después de cuatro años en Japón, los Fujimori bajan al llano y como cualquiier "dekasegi", como cualquier trabajador inmigrante latinoamericano decide probar suerte invirtiendo sus sudados ahorros. No se sabe si se trata de los soles que juntaron en Perú o de los yenes que supuestamente ahorraron en Japón en estos últimos cuatro años...
De ahora en adelante, ya no se dirá que los Fujimori en Japón viven de los "lingotes" de oro, de las millonarias coimas ni de los millones de dólares que tienen ocultos en paraísos fiscales, sino que trabajan y se ganan el tazón de arroz con el sudor de su frente.
Tampoco debe extrañarnos que dentro de muy poco, otra revista nipona publicite a un Alberto Fujimori disfrazado de campesino dedicado a la siembra de yuca, o a la crianza del bacalao en una alguna granja de peces.
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