En el país
En el país que tiene un ingreso per cápita anual de 38.000 dólares, uno de los más altos del mundo, hay todavía gente humilde que lustra zapatos en la vía pública por 1000 yenes (diez dólares). No son niños de la calle como en nuestros países, sino mujeres de avanzada edad. Ancianas arqueadas por el peso y el paso del tiempo. Abuelas que quedaron al margen de los sistemas de pensiones y de los frutos de la seguridad social. Que sudaron el país de la post guerra pero que no alcanzaron sus dádivas. Visten a la antigua ropa holgada, de color gris o de tonalidades otoñales. Se envuelven los cabellos con un pañolón blanco. Un mandil les protege el regazo del betún con el que embadurnan el zapato del cliente. No son muchas, pero se les puede ver a la salida de las estaciones de tren de Shibuya, Shinjuku o Ikebukuro. Sacando lustre a la punta de los zapatos de uno de esos empleados públicos que gana 38,000 dólares al año.
En el país que proyecta viajes siderales y bases en la Luna antes del año 2025, y que construye distritos y aeropuertos sobre islas artificiales, todavía hay gente que duerme en la vía pública o entre los arbustos de los parques. Se guarnecen del rigor del invierno o del calor tropical de los veranos, dentro de improvisados cubículos hechos de cartón y plástico. A esta gente se le llama homeless, los sin hogar. En el parque de Ueno, donde está el zoológico, el teatro de ópera y el museo de arte, vive el grueso de los sin hogar de Tokio. Entre un árbol y otro, se puede ver cuerdas de ropa tendida al sol y al viento. Unos tacos de madera incrustados en el meridiano de las bancas de los parques evita que los homeless tomen la siesta. Mientras en el zoológico de Ueno los leones devoran varios kilos de carne de res y al gorila no le falta su racimo de bananos, afuera, en los márgenes, los sin hogar fuman los restos de las colillas que la gente echa a la vía pública o buscan alguna moneda olvidada en una de esas máquinas que expenden coca colas o tabaco.
En el país que fabrica robots casi humanos capaces de hablar, ver, subir escaleras, dar la mano y correr, pasan todavía estas cosas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario