Fin de año
En diciembre las empresas niponas, grandes o pequeñas, celebran el "bonenkai" o fiesta de fin de año. En esos días, después de la jornada de trabajo, los oficinistas, los empleados, los obreros concurren con sus mejores galas a un banquete ofrecido por la compañía en algún lujoso restaurante o en un hotel de renombre.
Durante más de tres horas, los trabajadores comparten un momento de ruidosa algarabía, comiendo opíparamente un menú adecuado para la ocasión, donde se combina la gastronomía local con la internacional. El tenedor con los palillos chinos.
La alegría se ceba con sake, whisky y harta cerveza. Muchísima cerveza. Se bebe de una manera desproporcionada porque la ocasión lo amerita. El alcohol desinhibe y permite desfogar tristezas, malestares y rencores como amplificar el respeto, el cariño y la amistad entre los amigos y los grupos que se forman dentro de toda empresa.
Aunque restaurantes y hoteles ofrecen el servicio de karaoke, la gente que asiste a un bonenkai decide, acabada la reunión, fragmentarse y acudir en pequeños grupos a bares y karaokes, en una travesía que se puede prolongar hasta más allá de la medianoche.
A las afueras de restaurantes, hoteles, bares, discotecas y cuanto centro nocturno exista para esos menesteres, están a la espera, formando fila, los taxis con sus choferes uniformados. El beodo del bonenkai no duda en subir a uno cuando la jornada de la diversión llega a su fin. Hay entre los japoneses, al menos en el grueso de la población, cultura alcohólica.
De hecho, el que asiste a un bonenkai lo hace sin su automóvil. No lo hace por temor a la elevada multa sino por su propia seguridad y la seguridad de los demás.
En Japón, unos 2,500 peatones mueren cada año en accidentes de tránsito. Las estadísticas también precisan que unas 130,000 personas mueren cada año en las autopistas y carreteras de toda América (más de 44,500 sólo en EE.UU.).
A escala global, la cifra también es significativa: más de 3,000 personas mueren en accidentes de tránsito cada día. En el año 2000, los choques en carretera se ubicaron como la novena causa de mortalidad y morbilidad -un 2,8 % de todas las defunciones y discapacidad en el mundo.
En 2003 hubo 75,000 accidentes en el Perú con más de 11 mil muertos.
En caso de accidente, dicen los expertos, una carga trasera mínima equivale a un peso pesado que al salir despedido arrastra consigo lo que tenga por delante. Por ejemplo, un niño de sólo 20 kilos se convierte en un bulto de 200 kilos si la colisión se produce a una velocidad de 100 kilómetros a la hora.
La mayoría de las muertes y lesiones graves registradas en los ocupantes de los asientos delanteros de los coches accidentados podría evitarse con el uso de los cinturones de seguridad traseros, escriben los autores de un estudio realizado por el Departamento de Salud Comunitaria de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio.
Las fiestas de fin de año no sólo disparan el consumo sino también otras cifras tenebrosas.
Hace pocos meses, un peruano fue condenado a 25 años de prisión -la más alta sanción dictada por un tribunal nipón- por conducir de una manera estúpida y temeraria.
Este conductor, según se supo, solía desafiar a los semáforos. Disminuía la velocidad y a unos doscientos o trescientos metros de un cruce de avenidas pisaba a fondo el acelerador y advertía a sus sorprendidos acompañantes que el semáforo cambiaría de luz roja a verde segundos antes de llegar a la intersección vial.
Solía hacer ese desafío cada vez que se pasaba de copas, pero esa madrugada el semáforo no le hizo caso y sesgó la vida de dos jóvenes japonesas que venían en su coche de una fiesta pero sin una gota de alcohol en la sangre.
Este 31 de diciembre las familias de las víctimas recibirán el 2005 sin la posibilidad de poder abrazarlas.