lunes, octubre 24, 2005

¿Qué está haciendo su hija?






Digamos que se llama Mariko. Tiene 16 años de edad. Estudia el segundo año de koko (secundaria superior). Todos los días sale de casa a las siete de la mañana y retorna a ella después de las diez de la noche.

Su padre es un oficinista y su madre empleada en un almacén en la periferia de Tokio.Sus padres creen que Mariko es una chica responsable. Aunque no tiene necesidad de hacerlo, después del colegio Mariko trabaja despachando comida rápida en un McDonald's o en un algún otro restaurante de ese tipo.

Muchos padres japoneses, tan atareados, creen que los hijos son como las plantas. Que sólo requieren un poco de luz y agua para crecer.

Si echaran un vistazo al ropero de Mariko se sorprenderían de hallar carísimos perfumes franceses, vestidos italianos, carteras y joyas de distintas marcas: Versace, Louis Vuitton, Yves Saint Laurent, Gucci...

Claro, no lo harán porque no tienen tiempo para los hijos.

Lejos de trabajar despachando hamburguesas, Mariko obtiene ese dinero prostituyéndose. En Japón llaman a esa transacción entre un hombre maduro y una colegiala, enjo kousai, algo así como relaciones de ayuda.

El enjo kousai apareció en Japón a finales del auge económico de los años 80. Las chicas, sobre todo de clase media, habituadas a un costoso nivel de vida proporcionado por sus padres, procuraron mantener esas comodidades cuando acabó el boom de la prosperidad, relacionándose con hombres maduros que podían satisfacer cada uno de sus caprichos.

En la actualidad estas muchachas candorosas establecen las citas con los clientes a través de sus teléfonos celulares o por intermedio de portales de internet.

El promedio que se paga por estas relaciones de ayuda es de 40.000 yenes, unos 350 dólares aproximadamente.

La cultura japonesa, la misma de la ceremonia del té, el ikebana y las geishas, enfoca el sexo de una manera distinta a la occidental y valoriza a la mujer aún por encima del hombro. Quizá por eso se muestra muy tolerante con estas prácticas sexuales con menores de edad.

Al caer la tarde, Mariko es una de tantas jóvenes que merodean por la estación de Shibuya con sus uniformes escolares tipo marinero. Se ha citado a esa hora con un cliente. Llevará el cliente un clavel rojo en la solapa. Ese será el distintivo. Después acudirán a un love hotel de las inmediaciones.

Años después, Mariko, bien casada y madre de dos niños, me contó que el cliente del clavel rojo nunca acudió a la cita. Al menos eso creía. Esa noche, al volver a casa más tarde que de costumbre, halló, mientras sus padres dormían, un clavel rojo en el tacho de basura de la cocina...



domingo, octubre 09, 2005

El ritmo del chino*





Fujimori no es músico ni coreógrafo. Carece de oído y en consecuencia de ritmo. Pero tiene la capacidad musical para hacer bailar a sus detractores al ritmo del chino.

Desorejado para la música, sin embargo, es un consumado ajedrecista que está siempre adelante en las jugadas contra sus adversarios. Cuando todos están de ida, Fujimori da la sensación de que estuviera de vuelta.

En Japón siempre se las arregla para hacer noticia. Sabe que hay una prensa atenta a sus movimientos. La usa, la manipula. Aunque se ha visto rozado por un estafador y por un fraudulento príncipe, Fujimori ha tenido en el alcalde de Tokio a su mayor vocero y admirador y en una escritora y exitosa empresaria, que finge de novia, a su millonaria protectora. Una rica protectora que le compra hasta las corbatas de seda y con la que ha tratado de espantar la sombra de que su exilio dorado no ha sido a costa de los lingotes de oro que le sustrajo al Perú.

Más allá de sacar roncha en Lima, su incursión mediática al consulado peruano de Gotanda, donde solicitó su DNI y recabó su pasaporte, permitió a Fujimori entrar por primera vez en contacto con sus compatriotas en Japón que formaban fila en la oficina consular. Ha comprobado, al recibir muestras de simpatías, que debe ser cierto que un 30 por ciento de peruanos votaría por él si mañana fueran las elecciones.

Eso refuerza su deseo de volver.

En todo caso, mientras Fujimori muestra una estrategia coherente, de "retorno", diseñado junto con su abogado César Nakasaki, el gobierno de Toledo da muestra de lo contrario. Esa inoperancia cierta o calculada del gobierno de Toledo por extraditarle sustenta esa hipótesis.

No son pocas las voces que han criticado la politización de la extradición de Fujimori. Hasta la anterior asesora legal de la embajada de Perú en Tokio retornó a Lima disgustada ante tanta descoordinación y desidia. Denunció que se carecía de una estrategia para extraditarle. Y así se lo dijo a la periodista Rosa María Palacios cuando la entrevistó en su programa del 17 de mayo del año en curso.

Denise Ledgard, una especialista en temas de corrupción y lavado de dinero, formada en una prestigiosa universidad inglesa, dejó Japón desencantada con una embajada que agotaba sus bríos enviando quejas, notas de protesta o cartas airadas contra toda universidad o burgomaestre nipón que osara emplear o hablar de Fujimori. Algo así como tratar de apagar un incendio con soplidos.

Su malestar le costó el puesto además de la ingratitud del ex canciller Rodríguez Cuadros, quien tras rechazarle su renuncia, le pidió que permaneciera en el puesto sin sospechar que al poco tiempo iba a ser cesada de sus funciones en Japón. Eso ocurrió en marzo de este año. Ledgard se guardó ese golpe bajo y si no hizo escándalo fue porque no quiso empañar el proceso de extradición de Fujimori que ella emprendió en Japón en el 2001 .

Por cierto, Fujimori ya tiene 67 años de edad. Se hace viejo y su apuesta es por el 2006. El cebo de las elecciones presidenciales despierta sus apetitos, como buen político, de poder y adulación. Inhabilitado por diez años, el 2012 lo convertiría en un candidato de 73 años. Y eso es demasido tiempo para un político que durante diez años se embriagó con el poder. Además, su tiempo en Japón se agota. Ya no puede seguir prolongando más su estancia en este país. Por más hijo o japonés que sea, Fujimori entiende y Japón también, que un hombre no puede seguir distorsionando las relaciones con un país por más pequeño que sea.

Cinco años han sido más que suficiente para que este individuo acusado de corrupción, malversación y de crímenes de lesa humanidad, y con orden de captura en más de 105 países del mundo, diseñe una estrategia que le permita reinsertarse en el sistema legal de su país.

Lo concreto es que Fujimori firmó su defunción moral el día que, entre gallos y medianoche, fugó del país para renunciar luego a la presidencia de su país, vía fax, sin ofrecer el pecho ni mucho menos dar la cara. Huir, como lo hizo, echó por tierra su obra política. La recuperación de una economía exhausta por una inflación astronómica, la estabilidad social que sobrevino con la captura de Abimael Guzmán y la desarticulación de Sendero Luminoso y el MRTA, además de la tranquilidad que proporcionó sellar la paz con el Ecuador.


Hay que admitir que el desprestigiado gobierno que lidera Toledo ha sido el mejor abono que ha servido para restituir la imagen vilipendiada del chino corrupto y fugado. En tanto, el baile del chino continúa sin que el Estado peruano presente una estrategia coherente que le estropee la fiesta y lo reúna con su compañero de fechorías en la base naval del Callao. En fin, de su lema político :"tecnología, honradez y trabajo" no queda ni rastro.







(*) Cumbia creada por Ana Kohler Esta canción acompañó al ex presidente Fujimori durante su campaña para ser reelegido en el año 2.000.